Muchos músicos instrumentistas
pasamos por las aulas de alguna escuela en la cual recibimos una educación
tanto teórica como práctica, la cual nos lleva a desarrollar una maestría en el
instrumento que elegimos. Normalmente en estas escuelas se nos brinda
información que mayormente abarca el período desde la música barroca hasta la
de nuestros días en un lenguaje comúnmente llamado “clásico” pero que muchos músicos
llamamos “académico”, pues lo clásico pertenece a una época denominada “clásica”,
existiendo también en la historia otras épocas como la barroca, romántica,
impresionista por citar algunas. La dirección de estos estudios normalmente nos
lleva a optar por terminar finalmente tocando en una orquesta sinfónica, en
grupos de cámara o siendo solistas. Es así que la mayoría de colegas pasan sus
vidas solo interpretando las obras de otros músicos y no desarrollando su
creatividad como por ejemplo componiendo y ejecutando su propia música.
Hace algunos años empecé
a pensar en que no quería llegar a la edad adulta solo interpretando lo que
otros escribieron, sino que me gustaría escribir mi propia música y desarrollar
mi creatividad. Sin embargo, siempre existía el temor de que si dejaba las
orquestas no tendría mucho trabajo y no podría sobrevivir económicamente, ese
es un temor bastante normal en muchos campos profesionales. Hace un tiempo tome
la decisión de dejar después de 25 años este tipo de trabajo por la inquietud
que siempre sentí me invadía, la de crear mi propia música. Aquí es donde una
interrogante tuvo un enorme peso en mi decisión. Se imaginan a un pintor pasar
su vida entera copiando cuadros de otros?, o a un escritor trascribiendo libros
de otros?. Entonces porque los músicos debemos de ver pasar nuestras vidas solo
interpretando lo que otros escribieron?
Desde muy joven
siempre tuve la iniciativa de escribir mi propia música, y es así que desde los
18 años empecé a escribir de manera empírica algunas piezas. Luego ya a los 24
años, y después de haber estudiado en diversas escuelas mi especialidad de
instrumentista como flautista, decidí estudiar composición durante algunos años
con los que consideraba los mejores maestros en el medio, Celso Garrido Lecca y
Enrique Iturriaga. Sin embargo mi actividad como instrumentista de orquesta no
me permitía disponer del tiempo para dedicarme a componer, y fue recién hasta
hace unos meses en que tome la decisión de renunciar a mi actividad orquestal
para dedicarme a escribir mis propias obras.
Bach, Beethoven, Schumann,
Paganini entre otros, fueron grandes solistas en sus instrumento y seguramente
disfrutaron muchísimo cuando brindaban conciertos para otras personas, pero
aquello no impidió que desarrollaran su creatividad, legando de esta manera
obras que hasta el día de hoy perduran en el repertorio de muchos músicos y
orquestas.
La idea tampoco es
que todos nos dediquemos a la composición, pues de ser así no habrían músicos
para llenar las orquestas. Pero los que tengan la inquietud de escribir pienso deberían
tal vez de atreverse y hacerlo.